Nunca quise usarte como una salida,
pero debo decir que me agarraste desprevenida
porque acabo de darme cuenta que sigo herida.
Por mucho que me disculpe y diga que lo siento,
no cambiará el hecho que el pensamiento
no era más que una máscara del sentimiento.
Tengo demasiadas caídas por delante
y tú, tú tienes el alma de un diamante;
mereces algo mejor que la mitad de esta amante.
No tengo el valor para hacerte caer,
así que te hago sufrir y me quedo para ver.
Soy lo más cobarde y cruel que puede haber.
Mi mente me dice que por lo menos lo intenté,
pero no sentí esa chispa cuando te besé,
y no sé cómo decirlo, o incluso si lo diré.
Y cuando el telón cae, no hay nadie a su lado.
Este es el final que todos han esperado;
el que juega con fuego termina quemado.
martes, 20 de octubre de 2009
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