Lo que separa
la noche del día
o la muerte de la vida
es una línea
que no es más grande
o más obvia
que una palabra.
Basta con un sí
o con un no
para diferenciar a un bebé
de un cadáver
o para alejar nuestras miradas
por un instante
o para siempre.
¿Quién sabe si mañana estaré aquí?
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